Vecinos de Delicias aprenden a cocinar platos aragoneses

“¿A quién le apetece pelar ajos?” Desde el primer minuto, a Serafín no le hacen falta manos voluntarias. Casi de inmediato se levantan manos deseosas de ayudar. Es el primer taller de cocina aragonesa que organiza la Asociación de Vecinos de Delicias Manuel Viola y son muchas las ganas de aprender. Serafín, el profesor, vestido con el tradicional atuendo de cocinero, blanco inmaculado, explica a sus alumnos que en esta sesión aprenderán a cocinar dos platos típicos aragoneses de las Fiestas del Pilar: Almejas con borrajas y arroz, y Bacalao con salsa de almendras. “Empezaremos por pelar los ajos y a hacer la salsa con caldo de  pescado”, anuncia. Y los alumnos, entusiasmados, toman nota en sus nuevos cuadernos.

Nada más empezar, surge el primer debate: “¿Cómo limpias las almejas?”, se interesa una de las alumnas. Y Serafín responde que él lo suele hacer con agua fría y con mucho cuidado, una a una, porque “como te salga arena se te ha fastidiado el plato”. Minutos más tarde, con el sonido del chup chup de fondo, recuerda: “En la cocina no hay que tirar nada. Y menos ahora con  la crisis económica”. Por eso, subraya, por ejemplo, que las hojas de las borrajas se pueden aprovechar para hacer sabrosos platos como es el caso de los crespillos, un postre tradicional típico aragonés elaborado con harina, leche, anís, azúcar y hojas de menta, además de la “parte más fea” de las borrajas. “Yo hago una crema buenísima”, comenta otro de los participantes. “Las hojas feas de la cebolla también se pueden aprovechar para hacer un caldo”, apunta otro. Rizando el rizo del ahorro en épocas de crisis, Serafín les informa de que él ha llegado a hacer inclus asombradas o croquetas con las espinas de la merluza. ¿Croquetas? “Sí, hay que cocerlas muy cocidas, durante más de dos horas, y triturarlas como si fuera carne de cocido o bacalao”.

Y así, entre comentarios divertidos encadenados y caras de asombro al descubrir  secretos culinarios desconocidos hasta entonces, transcurre la clase de forma distendida y alegre hasta que los platos van cogiendo forma.

En pocos minutos, las recetas son ya una realidad y sólo falta cumplir con lo que ya es una tradición: alumnos y profesor disfrutan comiendo el resultado de su clase práctica. La próxima cita será en Navidad.

 

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Habilidades

Publicado el

12 octubre, 2015

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